Los niños suelen experimentar mucho con su cuerpo, sobre todo cuando están adquiriendo nuevas habilidades. Por eso no es extraño que cuando comience a caminar lo haga de puntillas. ¿Hay razón para preocuparse? ¿Se trata de un hábito que desaparecerá con el tiempo o es un problema que necesita de intervención médica?
El reflejo de Babinski
La causa por la que muchos niños caminan de puntillas se debe a que aún no han perdido el reflejo de Babinski. Se trata de una reacción automática que provoca que el niño extienda los dedos del pie en forma de abanico al estimular la planta del mismo. En muchos bebés este reflejo desaparece al año, en otros a los dos años.
Cuando el pequeño aún no ha perdido este reflejo, se suele sentir más cómodo caminando de puntillas porque al apoyar toda la planta del pie en el suelo, se mueven sus dedos y esto le dificulta la marcha.
Otras causas que llevan al niño a andar de puntillas
La costumbre de caminar de puntillas también puede deberse a otras causas, como por ejemplo, el uso de andadores. De hecho, los especialistas los desaconsejan ya que, como el niño se suele impulsar con las puntas de sus pies, poco a poco va formando este hábito, una costumbre que después mantiene al caminar.
Otras causas se relacionan con disfunciones en la integración sensorial que hacen que el pequeño sea muy sensible a los estímulos de su alrededor. Por ejemplo, si el niño tiene hipersensibilidad en las plantas de los pies es normal que evite que estas entren en contacto con el suelo o incluso con los zapatos por lo que tenderá a caminar de puntillas.
En otros casos esta forma particular de andar se deba a la tensión o el acortamiento de los músculos traseros de la pierna, la pantorrilla o el tobillo (por ejemplo, la tensión del tendón de Aquiles). Como resultado, el niño experimenta una gran incomodidad al caminar plantando bien los pies por lo que preferirá darles cierta inclinación.
Finalmente, se debe puntualizar que en ocasiones caminar de puntillas es un indicador de parálisis cerebral ligera, un problema que se suele apreciar en niños prematuros. En sentido general, si tu pequeño tiene esta costumbre, lo mejor será que acudas al pediatra para que este investigue la causa e indique el tratamiento más oportuno.
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