Encima lloriquea, si además vive de tu sueldo y tiene tanta
Te lo diré: Se queja porque no vive, porque vive, pero muerta.
Haces que se sienta fea, bruta, inferior, torpe... La acobardas,
la empujas, le das patadas..., patadas que yo también sufría.
Hasta aquel último día. Eran las once de la mañana y mamá
estaba sentada en el sofá, la mirada dispersa, la cara pálida,
con ojeras. No había dormido en toda la noche, como otras
muchas, por miedo a que llegaras, por pánico a que
aparecieses y te apeteciera follarla (hacer el amor dirías)
o darle una paliza con la que solías esconder la impotencia de tu
borrachera. Ella seguía guapa a pesar de todo y yo me
había quedado tranquilo y confortable con mis piernecitas
dobladas. Ya había hecho la casa, fregado el suelo y planchado
tu ropa.
De repente, suena la cerradura, su mirada se dirige hacia a la
puerta yapareces tú: la camisa por fuera, sin corbata y ebrio.
Como tantas veces. Mamá temblaba.
Yo también. Ocurría casi cada día, pero nos acostumbrábamos.
En ocasiones ella se había preguntado: ¿y si hoy se le va la mano
y me mata? La pobre creía que tenía que aguantar,
en el fondo pensaba en parte era culpa suya, que tú eras bueno,
le dabas un hogar y una vida y en cambio ella no conseguía hacer
siempre bien lo que tú querías. Yo intentaba que ella viera
cómo eres en realidad. Se lo explicaba porque quería huir de allí,
irnos los dos...
Mas, desafortunadamente, no conseguí hacerme entender.
Te acercaste y sudabas, todavía tenías ganas de fiesta. Mamá
dijo que no era el momento ni la situación, suplicó que te acostases,
estarías cansado. Pero tu realidad era otra. Crees que
siempre puedes hacer lo que quieras. La forzaste, le agarraste
las muñecas, le empujaste y la empotraste contra la pared. Como
siempre, al final ella terminaba cediendo. Yo, a mi
manera gritaba, decía: mamá no lo permitas. De repente me oyó.
¡Esta vez sí que no!- dijo para adentro-, sujetó tus manos,
te propinó un buen codazo y logró escapar.
Recuerdo cómo cambió tu cara en ese momento. Sorprendido,
confuso, claro, porque ella jamás se había negado a nada.
Me puse contento antes del tiempo.
Porque tú no lo ibas a consentir. Era necesario el castigo
para educarla. Cuando una mujer
hace algo mal hay que enseñarla. Y lo que funciona mejor
es la fuerza: puñetazo por la boca y patada por la barriga una
y otra vez...
Y sucedió.
Mamá empezó a sangrar. Con cada golpe, yo tropezaba contra
las paredes. Agarraba su útero con mis manitas tan pequeñas
todavía porque quería vivir. Salía la sangre y yo me debilitaba.
Me dolía todo y me dolía también el cuerpo de mamá. Creo que
sufrí alguna rotura mientras ella caía desmayada en un charco
de sangre.
Por ti nunca llegué a nacer. Nunca pude pronunciar la
palabra mamá. Maltrataste a mi madre y me asesinaste a mi.
Y ahora me dirijo a tí. Esta carta es para tí, cabrón: por ella,
por la que debió ser mi madre y nunca tuvo un hijo.
También por mi que sólo fui un feto a quien negaste el derecho
a la vida.
Pero en el fondo, ¿sabes?, algo me alegra. Mamá se fue.
Muy triste, pero serenamente, sin violencia, te denunció y
te dejó que la justicia decidiera tu destino. Y otra cosa: nunca tuve
que llevar tu nombre ni llamarte papá. Ni saber que otros hijos
felices de padres humanos señalaban al mio porque en el barrio
todos sabían que tú eres un maltratador.
Y como todos ellos, un hombre débil. Una alimaña. Un cabrón.
Y por que coño lo llaman violencia de genero? que genero? sera del genero tonto
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