lunes, 8 de noviembre de 2010

El problema del amor


Hay una falsa percepción con respecto al amor que se ha generalizado dramáticamente: el creer que el amor es un sentimiento que brota por sí mismo, de una manera espontánea, y que por sí mismo se sostiene o se esfuma del corazón humano. Y que es, asimismo, un sentimiento fácil, al que simplemente hay que dejar ser y ya. Que el problema del amor consiste más bien en ser amado que en amar, en encontrar a quién amar más que en aprender a construir una sólida y madura relación amorosa.

Habría que concebir al amor como una facultad humana poderosa, como la capacidad que pueden desarrollar el hombre y la mujer para volver acto humano la potencia, una realidad la dicha y la felicidad tanto en lo individual como en lo colectivo. El hombre es un ser solitario por antonomasia. Ha sido separado de sus raíces y sus nexos naturales y ha saltado a otro ámbito de convivencia que es producto de su propia creación colectiva: la cultura. Pero no ha sido capaz todavía de hacer que en esta sociedad florezca y se reproduzca la semilla del amor.

Hay un abismo inmenso que separa a los seres humanos. La sociedad que tenemos, extendida ahora a una escala global, se ha erigido sobre cimientos que privilegian en todo momento las relaciones individuales, de competencia salvaje, de aniquilación del adversario, de mercantilización de los sentimientos. Somos parte de un contexto sociocultural que ha sido construido para evitar que los bienes materiales y espirituales sean de todos, para procurar que se concentren en unas cuantas manos. La sociedad en la que nos tocó nacer y convivir se encuentra llena de desigualdades de todo tipo. Unos siempre gozan de mayores privilegios que los demás.

En un mundo donde el horror y la muerte se han instalado como realidades que parecen eternas, donde la miseria y la servidumbre constituyen una vergüenza que se ha vuelto crónica, sólo el amor pude ser la respuesta al problema de la existencia humana. El amor es sobre todo una relación creadora. De ahí que, como lo sostenía Erich Fromm hace varias décadas, lo contrario del amor no puede ser el odio, sino la muerte, esto es, la inactividad, la incapacidad para darle vigor a la vida. Porque el amor no puede sino equipararse con la vida. Es fuente de vida y su naturaleza misma. Y así como la vida tiende a pervivir, a conquistar todos los territorios posibles, así el amor tendría que convertirse en un manantial inagotable para regar con sus aguas frescas los páramos inmensos del alma.

La primera condición sería superar ese sentimiento de soledad y abandono que ha hecho presa del hombre desde su origen mismo. La soledad improductiva tiene que ver con la angustia de sentirse separado de la naturaleza y de los demás, el ser uno que vive en aglomeración pero que no ha podido encontrar los caminos de la identidad y la pertenencia social productiva, solidaria. Amar es entregarse al otro, a la otra, con toda la generosidad del mundo, con la única expectativa de que nuestro amor pueda generar amor en el otro. Y enseguida, que ese amor trascienda la pareja y se convierta en una fuerza poderosa que se integre al mundo y lo mueva, lo conmueva. El amor reducido a dos es como un río lleno de vigor que se estanca y se descompone.

La globalización neoliberal ha generado también un proceso triste, desdichado, de descomposición del amor. El neoliberalismo es un enfoque filosófico que reduce al individuo a un ente aislado, de amontonamiento en la sociedad. Los valores humanos fundamentales han sido sustituidos por el valor de las cosas, de las mercancías. El amor se confunde con una actividad consumista, de competencia mercantil. La persona amada, que tendría que convertirse en amante si de un amor auténtico se trata, se vuelve más bien un objeto. Y siendo objeto se puede vender y comprar, intercambiar, lucir, explotar, humillar.

El verdadero amor sólo podría florecer y extenderse a todos los jardines de los corazones humanos en una sociedad erigida sobre valores distintos. Y la construcción misma de una sociedad así sería ya un acto fabuloso de amor. Empezar por aceptar que tenemos que aprender a reconocernos, a estar a solas con nosotros mismos, a trascender nuestra condición individual y volvernos parte activa de la sociedad, sin que esto signifique perder la libertad personal. Una cosa así requiere, por supuesto, un acto inmenso de fe, de creer que lo imposible es posible, que la utopía puede echarse a andar por el camino de la factibilidad. Sólo la persona que tiene fe en sí misma puede ser fiel a los demás y alcanzar los horizontes luminosos, hacer realidad los sueños. Desde luego que la fe necesita a su vez de coraje, de la capacidad de arriesgarse, llegando incluso a aceptar el dolor y la desilusión.

La ausencia de amor en la sociedad ha sido la causa de tanta desdicha, de tanto dolor, de todo ese horror que nos cae de pronto cuando se nos abren las puertas del infierno. Sólo el amor, concebido como una fuerza creadora, integradora, individual y socialmente sustancial, puede salvar a este mundo del Apocalipsis, del desastre global. Y es que sólo con amor se construyen las relaciones entre los seres humanos que reivindican la dignidad, el derecho a seguir habitando este mundo, a permanecer más allá del tiempo y el espacio que ahora nos limitan.

De ahí que el amor sea también un acto profundo de reflexión. No puede ser sólo un asunto del corazón. El amor que implica indignación ante la injusticia y el atropello, ante el horror y la muerte, muestra una alternativa humana. Que sea por amor que el ser humano recupere los valores fundamentales en los que tendría que sostenerse toda civilización, como la solidaridad, el respeto, la paz, la libertad, el derecho a la dicha, a la felicidad, al bienestar colectivo, a la satisfacción; el derecho a vivir en armonía con la naturaleza, con el cosmos, con la historia y con el propio corazón.

RAMÓN GUZMÁN RAMOS


Me ha parecido bastante interesante el enfoque y la reflexión que sé le da al "amor" en éste texto, espero que a vosotros os parezca igual de interesante y reflexionen detenidamente sobre el tema.

Un saludo para todos.

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